Escultura en piedra de un artista que desarrolla su trabajo inicialmente en madera.
Se trata de una obra con dos partes: la típica peana que sostiene la figura se vuelve en un sólo elemento, que se puede entender, bien como una figura apoyada en la base, bien como si la figura saliera del bloque, o incluso, como si una parte de la anatomía se geometrizara.
La parte inferior, apenas trabajada, aprovecha la geometría irregular de las hendiduras de la barrena de la piedra, recordando el testamento del escultor alemán Ulrick Rúckriem.
La parte superior también tiene influencias del expresionismo alemán, añadiéndole un doble perfil propio del cubismo para representar una figura andrógina, en postura meditativa y altiva.
Policromía parcial en el pelo y en los ojos, que resalta la textura de la piedra de la base y el basto acabado del cuerpo.
Finalmente la unión entre las dos piezas se realiza en cemento que, además de servir de pegado, figura intencionadamente como otro material en sí.
(Texto: Alicia Fernández Dapena)