Esta obra surge a partir de un pequeño original, "Ofrenda de la cosecha", hecho años antes, también por el mismo autor.
Hacia la iglesia parroquial de Lalín, en el extremo de un muro de conglomerado de arenisca, se sitúa una pareja de labradores en actitud de ofrenda y agradecimiento. De pie, con cuerpos y caras curtidos por el trabajo, con su respectiva azada y vestidos con las ropas humildes propias de las tareas del campo.
La mujer junta las manos en actitud de oración para dar gracias, mientras el hombre ofrece los frutos de la tierra al cielo; juntos, mirando hacia el infinito, les muestran su gratitud a la Naturaleza.
Su autor, que trabaja en la conjunción de realismo y sentimiento, se sirve de un vocabulario académico, dibujando con destreza las anatomías, pero intentando simplificar excesivos detalles folclóricos en la vestimenta.
El tema costumbrista se enriquece de una fuerte carga espiritual para volverse digno testimonio de las gentes que trabajan a destajo en el rural gallego.
Se puede encontrar un paralelismo temático con la obra del representante del realismo francés Millet, Al Ángelus.
(Texto: Alicia Fernández Dapena)