En alguna ocasión, el autor ha hablado de lo mucho que le gusta desde niño levantar la cabeza para disfrutar de la escultura que más admira, como la griega o la del Pórtico de la Gloria; quizás por este motivo, casi todas sus esculturas estén en alto, como esta Venus de Deza, elevada sobre un pilar cilíndrico de hormigón.
Acisclo reduce el cuerpo humano a una forma casi abstracta para presentarnos el fragmento de un torso de feminidad levemente insinuada a través de formas onduladas. Por medio del tratamiento del bronce, nacen las suaves curvas y el estilizado talle de la diosa - ménde Dezana.
El escultor orensano combina la convexidad y trabaja con distintas platinas de óxido bañando la pieza en matices de color. Colocada detrás, aparece la figura de un mochuelo de tratamiento con solución distinta, deliberadamente mucho más figurativa.
Desde mediados de los 60, los torsos femeninos, cubiertos con túnicas, se convierten en uno de los temas recurrentes en la obra de Acisclo. Una vez más, el artista desarrolla uno de los temas predilectos de su lista iconográfica: las imágenes extraídas del mundo clásico y helenístico griegos.
Cómo curiosidad, decir que las gentes de Lalín han bautizado esta pieza como "La hoja de bacalao".
(Texto: Alicia Fernández Dapena)